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Los pulmones pueden verse afectados y dañados por agentes externos. Por ejemplo, si fumas, el tabaco perjudica tu capacidad pulmonar, lo que también sucede si trabajas en un ambiente en el que respiras sustancias nocivas o bien si sufres enfermedades que atacan al sistema respiratorio.
En cualquiera de estos casos es conveniente que te realices una espirometría forzada, ya que con esta prueba se puede comprobar el volumen máximo de aire que exhalas y que aspiras, para así valorar el estado de tus pulmones.
Si tienes una enfermedad pulmonar y/o estás bajo tratamiento farmacológico, puedes hacerte la espirometría y así controlar la evolución de la enfermedad y si el tratamiento está dando el resultado esperado.
Cuando tengas los resultados de la prueba, si sale alguna alteración o anomalía, debes acudir a tu neumólogo o médico de medicina general para que indique el tratamiento a seguir y si lo considera necesario, te haga otras pruebas como por Pletismografía, Gammagrafía de Perfusión o de ventilación, difusión pulmonar, TAC, Poligrafía, Walking Test, Radiografía de tórax, etc.