Los análisis de sangre y orina generales no se suelen realizar como prueba para hacer un diagnóstico de una patología o enfermedad, para ello existen análisis más específicos, pero sí dan pistas de que algo no va bien cuando los resultados están alterados.
Cuando llegamos a cierta edad, entre los 25 y los 35 años hay que empezar a vigilar algunos indicadores mínimos como el azúcar, colesterol, hierro, ácido úrico, plaquetas, etc. aunque no se tenga ningún síntoma o dolor que haga sospechar de alguna enfermedad o problema físico.
A partir de los 35 y hasta los 45 hay que ir realizando controles cada tres o cuatro años y asegurarnos de que los niveles se mantienen dentro de los estándares marcados y, en el caso de resultar alterados, el médico que revise los resultados de los análisis puede realizar las pruebas complementarias oportunas con el objetivo de detectar la causa de la anomalía y empezar el tratamiento apropiado lo antes posible, evitando así posibles complicaciones en el futuro.