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En muchas ocasiones los padres no sabemos cuándo llevar a nuestro hijo/a a urgencias porque no sabemos diferenciar si los síntomas que observamos entran dentro de la normalidad o nos están alertando de algo más grave.
Los pediatras suelen aconsejar que tengamos en cuenta el estado general de salud del niño/a. Si vemos que está muy decaído o irritable y no hay manera de consolarlo, es un síntoma claro de que algo no va bien, pero si además le cuesta respirar, le notamos la cara hinchada, tiene la piel muy pálida o azulada, vemos sangre en el vómito o la diarrea, se ha dado un golpe muy fuerte en la cabeza, se ha hecho una herida que necesita cerrar con puntos o tiene fiebre con o sin erupciones cutáneas, resulta importante acudir a urgencias.
En cuanto a la fiebre, los niños/as de 0 a 3 meses siempre que tengan fiebre deben ir a urgencias pediátricas para que le hagan una exploración, y a cualquier edad, si la fiebre dura más de 72 horas o si a la fiebre se le suma dificultad para respirar o decaimiento.
También son motivo de urgencia pediátrica todo tipo de fracturas, torceduras o quemaduras, dolor intenso, convulsiones, cuando exista la sospecha de una intoxicación o sobredosis, ingestión u obstrucción de algún cuerpo extraño, deshidratación, vómito o diarrea que no cesa. También en el caso de mordeduras o picaduras de animales, reacciones alérgicas, o cuando el lactante rechace el alimento.
Y, por supuesto, cuando el niño/a tenga enfermedades crónicas de cualquier tipo y tengamos la sospecha se haya podido desencadenar una complicación, se debe acudir a urgencias sin dudarlo.
Una vez en la visita de urgencia pediátrica, el pediatra le hará una exploración física y solicitará diferentes pruebas, dependiendo de la afectación o lesión con la que llegue el niño/a, como análisis de sangre y/u orina, radiografías, etc.