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A menudo cuando llega el verano estamos más pendientes de la piel, del cáncer de piel o de los lunares que el resto del año, pero para hacer una buena prevención hay que acudir al dermatólogo no solamente en esta estación sino siempre que se tenga alguna sospecha de que un lunar ha pasado de ser un simple lunar benigno a un posible lunar maligno porque ha variado su tamaño o color.
Los dermatólogos se fijan en varios aspectos de los lunares para poder diferenciar un lunar “bueno” de uno “malo” y descartar posibles melanomas. Por ejemplo, los indicadores para sospechar de un melanoma cuando observamos y controlamos los lunares que tenemos en el cuerpo son: las partes del lunar son asimétricas, el borde del lunar es irregular, el color es irregular, tiene manchas oscuras, rosas o azuladas; mide más de 6 milímetros o su crecimiento ha sido muy rápido en poco tiempo, produce picor, crecen pelos dentro del lunar, o bien al tocarlo se nota un relieve abultado.
En el caso de detectar alguno de los indicadores descritos hay que concertar una visita de dermatología cuanto antes para que el dermatólogo pueda hacer un examen y descartar la malignidad del mismo, porque el cáncer de piel si se trata a tiempo es el cáncer que se elimina de manera más fácil pero si se detecta tarde es el más mortal de todos.