La lactancia materna

Publicado por: Ángel Amilibia Hergueta

Una de las primeras decisiones que debe tomar una madre con referencia a su bebé es cómo va alimentarlo, y por ello debe decidir entre la lactancia materna o la lactancia artificial. Esta decisión está a menudo condicionada por múltiples factores, y aunque el que más se suele valorar es la idoneidad de una u otra opción en lo referente al desarrollo del bebé y sus necesidades nutricionales, también se debe tener en cuenta que las dificultades que en ocasiones se plantean a algunas madres lactantes para amamantar a sus bebés en lugares públicos pueden conllevar que algunas mujeres desestimen esta opción ya que se les dificulta poder llevarla a cabo con normalidad.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses, y a partir de entonces, en función de la madre y del bebé, evaluar la posibilidad de prolongarla hasta los 2 años combinándola con otros alimentos. Según datos oficiales, un 80% de las mujeres opta por la lactancia materna después de dar a luz pero solamente un 36% la mantienen hasta los 6 meses de vida de su hijo.

Desde el Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (AEP) defienden y fomentan la opción de amamantar a los bebés basándose en lo beneficioso que resulta para madres e hijos, tanto en un plano físico como en un plano emocional, y defendiendo que no se trata sólo de un gesto para alimentar al bebé sino que además permite continuar el vínculo existente durante el embarazo y potenciarlo más si cabe, ya que el hecho de amamantar proporciona un momento de conexión entre ambos. Además, desde la AEP también apuntan que la lactancia materna tiene una relación directa con la salud del niño, ya que los niños que se han amamantado durante más tiempo sufren, normalmente, menos enfermedades que otros que apenas han tomado leche materna.

Una de las claves de la lactancia materna es ofrecer al bebé el pecho cuando éste lo pida, ya que las necesidades no son exactamente las mismas para cada bebé, y mientras a algunos les basta con 6 tomas diarias, hay otros que necesitan más de 10. Esto es lo que se denomina lactancia materna a demanda, es decir, que el bebé pueda mamar cuando lo desee y durante el tiempo que le resulte conveniente, para asegurar que se sacia según sus necesidades y también que vacía correctamente el pecho de la madre evitando así complicaciones como una posible mastitis.

Dicho esto, y teniendo en cuenta que un bebé puede reclamar el pecho de la madre en cualquier momento (y que es beneficioso que así sea), también se debe tener en cuenta que durante el periodo de lactancia una mujer debería poder realizar una vida normal sin que se viera restringida su actividad por el simple hecho de estar amamantando a su bebé. Por ello, es lógico que en ocasiones una mujer deba dar el pecho a su hijo en lugares públicos, y sería deseable que pudiera hacerlo con normalidad, sin que se le prohíba ni se sienta cohibida por ello. De hecho, es la única forma de garantizar que no se obliga a las madres a renunciar a su vida en público durante el periodo de lactancia.

Sin embargo, no resulta tan obvio ni tan sencillo ya que a nivel social todavía existe una cierta estigmatización de la lactancia en público y en nuestra cultura aún hay mujeres que sufren discriminaciones o rechazos por el hecho de amamantar a sus hijos. Y en la misma línea, todavía son muy pocos los restaurantes, centros comerciales, comercios, etc. que ofrecen a las madres un lugar específico o una sala de lactancia para este fin, y no hay medidas legislativas o educativas como en otros países para fomentarlo.

Queda camino por recorrer y está en manos de toda la sociedad normalizar y naturalizar la imagen de una madre dándole el pecho a su hijo. Cuanto más se normalice, más serán las madres que se sentirán totalmente libres para elegir la opción de la lactancia materna y por lo tanto más serán los niños que podrán disfrutar de los beneficios físicos y emocionales que ésta conlleva.