Desde que nacen hasta la adolescencia, los niños/as pasan por diferentes fases de desarrollo y su cuerpo evoluciona de formas muy distintas.
Es muy común, especialmente en madres y padres primerizos, que se acuda al pediatra para que les aconseje y guíe en los primeros años de vida del niño/a, para saber cuidar, alimentar y tratar las enfermedades comunes.
A parte de esto, nuestro hijo/a puede presentar síntomas de enfermedades comunes como resfriados, gastritis, otitis, cólicos, etc. y el pediatra nos dirá qué debemos hacer en estos casos y qué tratamiento es el más adecuado. Además, será también el responsable de derivarnos a visitas de otros especialistas si lo ve necesario o de detectar si existen algunos síntomas que requieren tratamiento de cirugía pediátrica.
También es importante saber detectar aquellos síntomas que no son tan comunes y que nos pueden estar dando la señal de que algo no funciona bien, como que el niño/a se ponga a +38 grados de fiebre y no cese, cólicos prolongados, cambios de humor constantes, dificultad para respirar, dolor abdominal persistente o rotura de algún hueso. También cuando aparecen manchas o erupciones en la piel, pueden ser simples eczemas o dermatitis atópica, dermatitis seborreica e incluso psoriasis.
Por eso es muy importante llevar a tu hijo/a al pediatra, porque al realizar los controles pediátricos, el médico puede detectar otros síntomas en la exploración física que los padres quizá pasen por alto.