Granitos en el pezón: Todas las causas posibles

Publicado por: Ángel Amilibia Hergueta

Cuando cualquier mujer nota una alteración en sus pechos, tiende a asustarse. De hecho, una de las formas para prevenir o detectar el cáncer de mama a tiempo es autoexplorarse regularmente y, si se nota algo fuera de lo normal, realizar una visita ginecológica.

Con los granitos en el pezón no hay que preocuparse, ya que no es un síntoma del cáncer de mama. Ni siquiera son motivo de una patología grave. A continuación te explicamos qué son y por qué pueden aparecer.

• 1- Tubérculos de Montgomery

Las glándulas alveolares o tubérculos de Montgomery son unas glándulas sebáceas situadas en la areola, e incluso en el pezón, que tienen la función de mantener la zona lubricada. Mediante pequeñas secreciones evitan que las bacterias proliferen y crezcan. Durante la lactancia también pueden estimular el apetito de los recién nacidos.

Los desajustes hormonales, el embarazo o la lactancia pueden provocar que se resalten más y parece que tengas granitos alrededor del pezón.

Aunque no suele ser habitual, los tubérculos de Montgomery pueden infectarse, generando dolor e, incluso, adquiriendo un aspecto parecido a las espinillas blancas. Por precaución, es recomendable ir al ginecólogo, aunque terminan desapareciendo si no se tocan.

• 2- Espinillas en el pezón

Una espinilla en el pezón suele ser fácil de reconocer, ya que tiene la misma forma que en cualquier otra parte del cuerpo, generando las mismas molestias y una bolita de pus.

Las causas por la que aparece una espinilla son muchas. El estrés, la piel grasienta o los cambios hormonales son algunas de las más típicas. También en los granitos alrededor del pezón.

• 3- Alergias que provocan granitos en el pezón

Si no se trata de espinillas o de las glándulas alveolares y lo que tienes es un sarpullido de granitos en la zona de los pezones, podría tratarse de una reacción alérgica. Normalmente va acompañado de picor y enrojecimiento.

Es necesario encontrar qué causa esta alergia. Podría ser culpa de un sujetador, una prenda de vestir, cremas o medicamentos. Para determinar el origen será necesario acudir a un alergólogo.