Publicado por: Ángel Amilibia Hergueta | ISNI: 0000000517782974
Hace unas semanas te hablábamos de la prueba de amniocentesis durante el embarazo, del cuándo y el porqué realizarla.
A continuación te respondemos a alqunas de las preguntas más comunes:
¿Se debe guardar reposo después de someterse a una amniocentesis?
¿Se pueden mantener relaciones sexuales con total normalidad?
¿Cuál es la postura idónea para dormir?
Estas son algunas de las preguntas que, a menudo, asaltan a las mujeres que han decidido realizarse la prueba para detectar posibles anomalías genéticas antes de que nazcan sus bebés. Y es que, en lo que respecta al procedimiento en sí, no suele haber demasiadas dudas cuando la interesada, asesorada por su ginecólogo, acude a la clínica. Su decisión es resultado de muchas horas de búsqueda de información, reflexión sobre los riesgos y beneficios, y altas dosis de valor.
No existe el mismo nivel de información entre las embarazadas en lo que respecta a las pautas que deben seguir para alcanzar la plena recuperación tras la amniocentesis, no pasa lo mismo sobre cómo cuidarse durante el embarazo. Esto puede generar graves secuelas tanto para la futura madre como para el feto, pues al fin y al cabo estamos hablando de una intervención invasiva. A la agresión que supone la propia prueba es preciso añadir el efecto que causan las drogas anestésicas necesarias para poder intervenir a la embarazada sin que sienta molestias.
Programar con tiempo suficiente la recuperación después de una amniocentesis es clave para volver a la normalidad. Te contamos cómo hacerlo.
La primera recomendación que realizan los ginecólogos es considerar la posibilidad de acudir a la clínica acompañada por algún familiar o amigo que pueda llevarte de vuelta a casa. Una vez en nuestro domicilio, se recomienda mantener reposo durante un mínimo de 48 horas. No es necesario permanecer en cama, pero sí abstenerse de realizar cualquier actividad que no sea meramente indispensable. Este descanso es primordial para reestablecer los niveles de líquido y evitar aquellos riesgos que pudieran comprometer el bienestar del bebé.
Tras estas 48 horas, los ginecólogos recomiendan permanecer unos tres o cuatro días de reposo relativo, es decir, podremos retomar la actividad diaria, pero teniendo en cuenta las siguientes pautas:
Durante el tiempo de reposo, es habitual que la paciente experimente algunas molestias. Las más habituales son calambres leves en el abdomen. Si estos llegaran a pronunciarse, se sintieran contracciones o se percibieran pérdidas de sangre o de líquido amniótico, se recomienda llamar de inmediato al especialista. La fiebre también es un síntoma de alarma, pues puede ser una señal de una posible infección.
Si no hubiera complicaciones, la futura madre deberá volver a su centro de salud una semana después de la amniocentesis para realizarse un control ecográfico. De esta forma se descartará la presencia de problemas relacionados con la técnica.
Durante años, los ginecólogos han recomendado a las embarazadas permanecer postradas en cama los primeros días después de una amniocentesis para tratar de evitar complicaciones de la herida a consecuencia de los esfuerzos del levantamiento. Hoy esta idea ha sido desterrada. Se sabe que la inmovilización en cama puede perjudicar a la futura madre y al feto. No solo provoca que la mujer se sienta más pesada y menos ágil, el sistema inmunitario se debilita y mentalmente estará “en baja forma”.
Salvo contraindicación médica, en los momentos inmediatamente posteriores a la amniocentesis es necesario reanudar la movilización de las extremidades inferiores para mejorar el retorno de la sangre al corazón y evitar su estancamiento en pantorrillas. Si no aparecen mareos y la tensión arterial y el pulso son normales, se puede proceder a la incorporación. Reanudar la deambulación puede ser posible al cabo de unos minutos.
Tanto si el médico recomienda guardar reposo absoluto como si permite alternar la cama con el sillón, la higiene postural a la hora de dormir es esencial. En este sentido, se recomienda tumbarse de lado y, a ser posible, sobre el lado izquierdo. Esta posición ayuda a que la sangre y los nutrientes fluyan hasta el útero y hasta el bebé. Asimismo el riñón podrá eliminar desechos y fluidos más fácilmente. Si la embarazada se tumba boca arriba, el peso del útero sobre la vena cava inferior podría dificultar el flujo de la sangre que le llega al bebé. Esta gruesa vena que se sitúa entre el útero y la columna vertebral y retorna la sangre de los miembros inferiores y la pelvis.
Ya sea después de la amniocentesis como durante todo el embarazo, colocarse una almohada entre las piernas puede ayudar a mantener la columna recta y evitar echar el peso de una pierna sobre la otra. Esta almohada no sólo ayuda a mantener la misma postura durante el sueño, sino que sirve para comprimir los músculos de la cadera, como el músculo piramidal, que da muchos problemas de ciática.
En los casos en los que no se recomiende guardar reposo absoluto tras la amniocentesis y la embarazada pueda deambular entre la cama y el sofá, se debe tener en cuenta el gesto más adecuado para levantarse o acostarse. Lo más recomendable es hacerlo siempre de lado para proteger la zona del abdomen. Los movimientos de flexión de tronco solicitan la musculatura abdominal. Durante el embarazo, el abdomen se expande y se produce una diástasis natural en el 100% de las mujeres: el útero crece y expande los abdominales. Todo movimiento que suponga una flexión de tronco debe de hacerse con cuidado
Aunque solemos relacionar la amniocentesis con el riesgo de aborto involuntario, este porcentaje es bastante bajo. Los especialistas señalan que el índice de aborto debido a este procedimiento es de uno por cada 500 amniocentesis efectuadas. Sin embargo, debido a que cierto porcentaje de mujeres acaba teniendo un aborto en el segundo trimestre de embarazo por motivos naturales, no es posible saber con total seguridad si su caso fue debido a la práctica del procedimiento en sí. La misma probabilidad existe de que se extienda una posible infección o de que se rompa la bolsa amniótica.
Los ginecólogos se atreven a afirmar que estas estadísticas han disminuido en los últimos años gracias a la formación de los profesionales, los avances tecnológicos y las precauciones de higiene postural que tiene en cuenta la embarazada tras la realización de esta prueba de diagnóstico prenatal. La experiencia de los técnicos de ultrasonido también es clave. Si cuenta con años de práctica, proporcionará buenas imágenes durante el procedimiento. Esto aumenta enormemente las posibilidades de que el médico pueda obtener suficiente fluido en el primer intento, de manera que no tenga que repetir la prueba. Cuando se utilizan las imágenes de los ultrasonidos para guiar el procedimiento, es muy raro que la aguja que se usa para extraer el fluido dañe al bebé. Los riesgos aquí son prácticamente nulos.
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¿Has notado algo fuera de lo normal en tu zona más íntima? ¿Tienes dudas o preguntas sin respuesta? Un ginecólogo puede ayudarte a encontrar una solución a tus problemas.