Publicado por: ?ngel Amilibia Hergueta | ISNI: 0000000517782974
Uno de los resultados que puede dar un análisis de anticuerpos es que la inmunoglobulina M (IgM) sea más alta de lo normal, lo que se conoce médicamente como Síndrome de hiper-IgM. Cuando esto pasa, puede ir acompañado de un escenario en el cual nuestro organismo es más susceptible a sufrir infecciones bacterianas.
A continuación te vamos a informar sobre qué son las inmunoglobulinas y más concretamente la IgM, qué síntomas son comunes cuando se eleva, cómo es la prueba para detectar este problema y qué tratamientos suelen llevarse a cabo.
Las inmunoglobulinas, también llamadas anticuerpos, son proteínas que crea nuestro sistema inmunológico para atacar todo tipo de antígenos (virus, bacterias, alérgenos, etc.) que pudieran causar una afección o enfermedad al organismo. Existen diferentes tipos de inmunoglobulinas y algunas están más especializadas en atacar a un tipo de antígenos u otros.
En concreto, la Inmunoglobulina M, conocida por su abreviatura IgM, es el primer anticuerpo que sintetiza el organismo cuando existe una infección. Se encuentra principalmente en la sangre y en el líquido linfático. Es la inmunoglobulina más grande de todas, por eso algunas veces también se denomina como macroglobulina.
En adultos, los valores normales de Inmunoglobulina M están entre los 40 y los 250 mg/dl. En edades inferiores a los 16 años, estos valores disminuyen. Por ejemplo, entre los 9 y los 15 años, lo habitual es tener entre 30 y 148 mg/dl, mientras que en bebés de uno a dos meses van de los 13 a los 77 mg/dl.
Resulta complicado determinar síntomas concretos de la Inmunoglobulina M elevada, ya que puede afectar de muchas formas distintas o incluso ser asintomática.
La aparición de infecciones de forma habitual es un indicativo común y que puede servir como sospecha. En niños estas infecciones suelen presentarse en los senos paranasales y los pulmones.
Una analítica de inmunoglobulina consiste en una extracción de una muestra de sangre mediante una punción con una aguja. Se suele realizar en la parte interna del codo, aunque a los bebés es suficiente con un pequeño pinchazo en el talón.
No es necesario acudir en ayunas a la analítica. En pocos días recibirás en informe de resultados, que deberás llevar al hematólogo o a tu médico de cabecera para que los interprete.
En caso que el especialista médico considere necesario tratar el exceso de Inmunoglobulina M es posible que receten antibióticos para prevenir infecciones. También se puede optar por la administración de concentrados de inmunoglobulinas o el trasplante de células madre.
Sin embargo, también podría ser que el médico no recetase ningún tipo de tratamiento o que las acciones que se lleven a cabo a continuación estén enfocadas a encontrar la causa de la igM alta. Todo dependerá de la interpretación de los resultados del análisis de forma global, no solo con los resultados de la Inmunoglobulina M.
Fuentes:
Las inmunoglobulinas. Estructura, propiedades y funciones biológicas