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Publicado por: Ángel Amilibia Hergueta | ISNI: 0000000517782974
El embarazo es, sin duda, una de las etapas más felices y retadoras que vive una mujer a lo largo de su vida. Feliz por estar creando una familia, pero también retadora por los cambios que experimenta la mamá tanto física como psicológicamente durante la gestación.
Para muchas mujeres es importante tener un apoyo psicológico como su pareja o su familia para poder sobreponerse a todos los cambios que conlleva el embarazo, pero ¿qué pasa con su cuerpo?
El aspecto físico siempre ha supuesto un elemento de preocupación para las mujeres, ya sea por los cánones de belleza impuestos por la sociedad o por la presión que se imponen ellas mismas.
El embarazo supone un conjunto de cambios muy importantes a nivel físico como un notable aumento de peso, ensanchamiento de las caderas, retención de líquidos o alteraciones en los pechos. Pero todos estos cambios pueden ser menos importantes y más llevaderos si se realiza una buena dieta y se hace ejercicio de forma regular.
Es importante destacar que la salud de la mamá y del bebé es lo más importante y que mantener un buen estado de salud físico es indispensable para el buen desarrollo de ambos.
En relación a la dieta, hay una regla de oro: la calidad es más importante que la cantidad. Durante el embarazo, muchas mujeres oyen que deben comer por dos, pero nada más lejos de la realidad. La mamá necesita comer de forma sana y equilibrada para poder aportar los nutrientes necesarios al feto, a la vez que obtiene la energía suficiente para superar el día a día.
Los expertos recomiendan no contar las calorías de lo que se ingiere, ya que esto puede suponer un estrés añadido y nada beneficioso durante los nueve meses de embarazo. Otro consejo es comer poca cantidad 4 o 5 veces al día. Con esta pauta no habrá la necesidad de darse atracones en las principales comidas del día. Además, el cuerpo tendrá tiempo de asimilar toda la comida y aprovechar sus nutrientes.
Algunas cosas a tener en cuenta en la cocina pasan por limpiar muy bien la comida, sobre todo la que se ingiere cruda como frutas y verduras; cocinar bien la carne, los pescados y los huevos, tomar lácteos elaborados con leche pasteurizada y evitar el consumo de pescados de gran tamaño como el atún o el salmón.
Para proteger al bebé, además de nuestro organismo, es importante no tomar bebidas alcohólicas y reducir el consumo de café a dos o tres tazas al día máximo.
La dieta debe ser rica en frutas y verduras, carne, pescado, legumbres, lácteos y grandes cantidades de líquidos. En paralelo, se debe eliminar de la dieta la comida que contenga muchas grasas saturadas, mucho azúcar y alto contenido en sodio.
Si crees que tu dieta no es la adecuada o necesitas los consejos de un profesional, puedes visitar a un nutricionista para que éste te indique qué pautas son las más adecuadas para tu caso. Si sufres alguna alteración hormonal como diabetes, ovarios poliquísticos, sobrepeso, hipotiroidismo o menopausia, deberás acudir a un endocrino.
Si el nutricionista o el ginecólogo lo creen conveniente, pueden recomendarte la toma de suplementos alimentarios como las vitaminas prenatales. Puede ser necesario si has sufrido un cuadro de nauseas importante o si tienes alguna restricción en la dieta.
Además de los suplementos extras que considere el especialista, la embarazada debe tomar vitamina B12, yodo y ácido fólico. Éste último sirve para evitar la mayoría de casos de espina bífida.
Recuerda que los profesionales aconsejan un aumento de peso de entre 7 y 12 kg de media. Estos parámetros pueden variar en función de tu constitución corporal, así como tus hábitos o tu metabolismo.
En cuanto a la práctica de deporte, vale la pena destacar que no representa un impedimento para las mujeres embarazadas. Precisamente durante este periodo es muy importante mantener un estado de salud adecuado y el deporte aporta grandes beneficios a nivel orgánico.
El ejercicio permite controlar el aumento de peso, previene dolores de espalda, ayuda a combatir la retención de líquidos y puede ayudar a tener un parto más fácil.
Es importante no practicar deportes violentos o de contacto que puedan afectar a la salud del bebé.
Los deportes más recomendables durante la gestación son la natación, la bicicleta y caminar, así como el yoga o el Pilates. Además de quemar calorías, proporcionaran una sensación de bienestar gracias a la segregación de endorfinas, la hormona de la felicidad.
Antes de empezar cualquier tipo de deporte, es importante consultar con el ginecólogo, ya que si se trata de un embarazo de riesgo no se recomienda la práctica de ejercicio.
Una dieta sana y equilibrada, combinada con la práctica de ejercicio moderado, permitirá mantener el aumento de peso controlado y favorecerá tener un parto sin complicaciones. Además, ayudará a la futura mamá a sentirse más cómoda con su cuerpo durante el embarazo y a establecer rutinas alimentarias que la beneficiaran en los primeros meses de vida del bebé.
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Si quieres mejorar tus hábitos alimenticios y aprender a comer bien, un nutricionista puede ayudarte a elaborar una dieta adaptada a tus necesidades.
Si sufres alguna alteración hormonal, hipertensión u obesidad, un endocrino puede ayudarte a establecer una dieta adecuada a tu caso personal.